jueves, 12 de octubre de 2017

Crítica: UN GUERRILLERO SINGULAR

La singular historia de Max

El Club de Teatro de Lima acaba de estrenar Un guerrillero singular, del dramaturgo Sergio Arrau, bajo la dirección de Juan Carlos Díaz Therán.  La obra nos presenta un conjunto de ideologías que lograron impactar y redefinir la política de su contexto, una situación para nada distante de nosotros; todo esto apoyado en un lenguaje lleno de ironía y humor negro. En ese sentido, la obra nos cuenta la historia de Max, un hombre de teatro víctima de sus propias ideas extremistas. Sus creencias delirantes  provocan que su salud mental poco a poco vaya perdiendo estabilidad, provocando la ruptura definitiva con sus amistades y personas cercanas.

La obra no parece tener la intención de ubicarnos en algún contexto temporal determinado. Por la estética presente en la escenografía – el uso de un tocadiscos y el vestuario- me evocaba el siglo XX. Sin embargo, en ella usaron libros cuyos títulos y empastados pertenecían al siglo XXI. Aunque como ya mencioné, el texto no hace referencia ni retrata una época específica, es importante cuidar los detalles como el uso de ciertos libros muy actuales, al mismo tiempo que se utiliza un tocadiscos. En general, noté poco cuidado en el manejo de recursos como la musicalización y las proyecciones de imágenes. Hubo imprecisión tanto en la entrada como en la salida de dichos elementos, lo que provocaba que inmediatamente se evidencie el error. Es una ley universal que si una obra va a usar recursos tecnológicos, tiene que haber un manejo preciso del elemento. Por otro lado, la idea de usar proyecciones para evidenciar los momentos de delirio de Max, acompañado de un uso de luces sicodélicas, fue una buena convención.

La obra nos muestra  la diferencia de concepción en la idea del burgués, personas enamoradas de una ideología que pretenden hacer revolución desde la intelectualidad y la comodidad de sus casas, versus la idea del obrero, quien busca más radicalmente que la revolución llegue a costa del uso de la violencia como último recurso. El principal conflicto de la obra radica en dicha diferencia, lo que provoca que personajes como Max, un burgués, luego de ver a uno de sus amigos en el bando obrero, se cuestione acerca de qué tanto está haciendo él frente al contexto en el que vive y desde su modo de pensar. De este modo, tenemos personajes que son víctimas tanto de un contexto político extremo como de su propia ideología. Todas estas premisas  fueron claras gracias a la información incluida en el texto. Sin embargo, los personajes no llegaron a transmitir el subtexto que implica una situación como esta. Los actores mantuvieron un nivel de energía un poco desbordante, sobre todo el personaje de Max. Sí, era un personaje notoriamente elocuente, pero eso ya me había quedado claro gracias a cómo se relacionaba con los demás personajes; no era necesario “actuar” la característica. Me quedé con ganas de ver a un Max realmente trastocado, con más especificidad, no vi un viaje de personaje claro. El ritmo de la obra caía por momentos debido a que los actores estaban desconectados, parecía que el hecho de ser una comedia provocaba una tendencia a sobreactuar en ciertos momentos. En los momentos de ruptura con la realidad, cuando Max alucinaba, fue atinado interpretar personajes grandes. Sin embargo, en algunos momentos los actores se quedaban con esta energía desbordante para momentos en los que no estaba la convención de ruptura.

Estos elementos me distrajeron del trasfondo que la obra claramente nos quiere dar. Sin embargo, creo que el problema principal pudo ser que no estaban concentrados del todo, se notaba. La propuesta en general es interesante, funcionará mejor cuando se ajusten el manejo de elementos técnicos y la concentración actoral. Es necesario enfocarse en los matices que hacen que los momentos se diferencien claramente, de modo que el ritmo de la obra va a terminar de aclararse y consolidarse.

Un guerrillero singular es una obra cuyo contexto no está tan alejado de nosotros. No podemos ser ajenos al contexto político que nos rodea. Miremos, asimilemos y aceptemos que siempre habrán posiciones diferentes a las nuestras; el mantenernos enteros a pesar de vivir en una situación tan desigual es una tarea con la que tenemos que aprender a lidiar. De esta obra me quedo con esta conclusión: no se trata de desligarnos de nuestro contexto sociopolítico, se trata de no dejarnos dañar por ello, se trata de tomar una posición al respecto y mantenernos enteros a pesar de todo, una tarea en la que se trabaja un día a la vez.

Stefany Olivos
12 de octubre de 2017

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