viernes, 19 de febrero de 2016

Entrevista: PATRICIA BARRETO

“Creo que todo aquel que trabaja el arte a profundidad es talentoso”   

Una de las grandes actuaciones que nos dejó el 2015 fue, sin lugar a dudas, la de la joven actriz Patricia Barreto en el musical Piaf. “Asumí el reto de interpretar a este icono de la música, y para no dejar mal ni a mi director (Joaquín Vargas) ni a mí misma, me preparé durante un año, estudié canto y francés, hice todo lo que tenía que hacer”. Sus esfuerzos fueron recompensados, no solo con una de las temporadas más exitosas del año pasado (luego de la Alianza Francesa, la obra tuvo que reestrenarse a pedido del público en el Centro Cultural de la Católica), sino también con el premio de El Oficio Crítico a la mejor actriz en Comedia o Musical. “Siento que lo di todo”, afirma. “Fue el máximo que pude dar en su momento. No seré físicamente la copia de Piaf, ni tendré la experiencia de vida, pero lo di todo en ese momento; además, me enseñó a ser profesional.”

El aprendizaje del claun

“Saliendo del colegio, todos tenían ya decididas sus carreras, pero yo no sabía qué hacer”, recuerda Patricia. Pero luego de ver al grupo Yuyachkani en Sin Título – Técnica Mixta, decidió ser actriz. “Fue muy importante ver la obra cuando estaba en el colegio, especialmente si es uno sanisidrino y católico”, manifiesta. “Lo que veía en la tele pude verlo en vivo. Me vi incluida en ese contexto. Me dije que era genial que haya gente que se para en el escenario para decir su discurso en una forma tan hermosa. Ahí decidí ser actriz, ahora ya sé que es mi medio de comunicación, mi medio de protesta, mi plataforma de decir lo que quiero, lo que pienso”.

Sus padres la apoyaron en su decisión de llevar talleres de actuación, por lo que estuvo cinco años aprendiendo claun en la escuela de Pataclaun. “Fue una experiencia muy lúdica, no hay pensamiento ni juicio. Aflora tu instinto del interior y debes controlarlo organizadamente con el otro actor”. Al no haber nada impuesto, el claun le permite al actor trabajar con su cuerpo, su voz y su pensamiento más primario. “Te conoces en el vacío, en el vértigo y en el fracaso. Todo es un fracaso al inicio, porque uno siempre piensa agradar y trabajar con el ego. Pero el claun te rearma,  construye a través de la destrucción”. Patricia afirma que al exponerse demasiado en el escenario, la hizo vulnerable. “Yo quería imponer mi ego, pero el ojo crítico del claun es tan sabio que no va por ahí”. Es por ello que para Patricia el trabajo del claun es sumamente complejo, pero muy útil a la vez. “El no tener texto ni dirección, estás a merced de tus posibilidades. Te sientes útil como actor, escuchando al otro. Eres más honesto y más sutil, te da una utilidad y una presencia muy fuerte. Te enseña a estar presente en el escenario”, asegura.

Una vez terminado sus estudios en Pataclaun y teniendo solo 20 años, Patricia viajó a Buenos Aires. “Tuve una temporada llena de seminarios de arte dramático, de circo, de cine, todo muy cercano al humor, al trabajo con máscaras, a la comedia de arte. Fue una época en la que pude acceder a muchas cosas, tomar los cursos que quería, fueron siete meses lejos de mis padres. Fue una experiencia de madurez y aportó mucho en mi vida”, confiesa. “He tenido una educación muy particular. Al volver, me metí a la Pre para entrar al TUC. Pero finalmente la abandoné, decidí que mi formación sea práctica, todo ha sido un proceso muy fluido y natural”.

Maestros, experiencias y proyectos

Patricia considera a Vargas como su principal maestro. “A los 15 años, él me hizo conocer a Stanivslaski, me hizo conocer el teatro desde mi experiencia personal. Y dentro de mi vida teatral fueron Alberto Isola, Ruth Escudero y Paul Ruiz”. Sobre las condiciones que debe tener todo actor de teatro, ella manifiesta que “debe tener humildad, y si no la tienes pues la encuentras y la aprendes. Además, debes tener mucha intuición, mucha formación; debes estar al servicio del otro, el teatro no funciona si no estás en función al otro”, asegura. Sobre el talento que deberían tener los intérpretes, Patricia asegura que este no cuenta. “En esta carrera tienes otras cualidades más relevantes; como actor tienes que escuchar, trabajar, analizar tu texto, tienes muchas cosas en qué pensar. Es talentoso aquel que se hace entender en el escenario, no cualquiera hace llegar bien un mensaje. Creo que todo aquel que trabaja el arte a profundidad es talentoso.”

Por otro lado, para Patricia un buen director de teatro debe “ser sincero, tener honestidad ante todo, que escuche”. Además, menciona que muchos de sus directores no han tenido las cosas del todo claras y que solo cuentan con la estructura antes de enfrentarse a los ensayos y al estreno. “Esa es la honestidad que debe tener el director, la de decirnos que vamos a empezar de la nada, ahora ya no me parece terrible”. Pero antes, para Patricia era inconcebible que un director no supiera qué hacer. “Pero es más rico cuando en el proceso hay dos entes vírgenes que no saben cómo llegar. Como también hay otros directores que lo saben todo y te tratan como una pieza. Hay engranajes tan complejos, sobretodo en musicales, en los que somos 40 actores en elenco.” Considera también que sí es una ventaja para el director el ser actor. “Pero no es indispensable, creo que el director tiene una intuición nata. La dirección tiene un ojo que ha visto mucho teatro.”

Patricia empezó en el teatro profesional en 2009, con Espacio Libre en el montaje de Una guerra que no se pelea de Sara Joffré; y en Nuestra señora de las nubes de Arístides Vargas en Teatro Racional. Al año siguiente, estaría en el Teatro La Plaza con Las Brujas de Salem de Arthur Miller y Agosto, Condado Osage de Tracy Letts. “Roberto Ángeles me dio la oportunidad, siendo una “chibola” inexperta, de tener el rol protagónico en La doble inconstancia (2011) de Jean Pierre de Marivaux”, recuerda. Él fue literalmente mi maestro, me enseñó todo, cómo trabajar el verso y cómo trabajar la palabra y la emoción, sin esa escuela no habría logrado nada”. Es por ello que luego de aquella experiencia, Patricia ya se sentía más tranquila sobre el escenario al trabajar en Entonces Alicia cayó (2011), escrita y dirigida por Mariana De Althaus. “Disfruté un montón ese montaje, ahí me vio mucha gente. El texto de Mariana fue un lujo para lucirse”, asegura.

Luego de varios estrenos, en los que Patricia demostró una gran versatilidad y un registro especial para la comedia, llegaría su consagración definitiva con Piaf, musical escrito por Pam Gems. “El personaje es un referente importante para mí como actriz, por haber interpretado el difícil camino que fue la vida de Piaf. Pero canalizar esa vida en emociones y texto, a mí me ha hecho tomar conciencia de lo que es ser actriz. Fue un trabajo, sentí que estaba trabajando. Esta obra me dio la responsabilidad de verme como actriz, de tomarme en serio. Fue un momento importante en mi carrera, ya que estaba tratando de salir de personajes de adolescente”, afirma.

Entre los próximos proyectos de Patricia figura el inminente estreno de ¡Ay amor!, al lado de Ricky Tosso. “Es una comedia romántica musical muy bonita. Ricky es un maestro para mí, me está enseñando a hacer café concert, un género que nunca había hecho”. Además, estará en el Teatro Británico con la pieza Nunca llueve en Lima, escrita por Gonzalo Rodríguez Risco; como también en el Teatro La Plaza y en la Universidad del Pacífico, con espectáculos dirigidos al público infantil. Y finalmente, ya está confirmada su presencia en una temporada de microteatro. Todos los éxitos para esta joven y versátil actriz.

Sergio Velarde
26 de febrero de 2016

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