lunes, 9 de marzo de 2015

Crítica: DIARIO DE UN SER NO QUERIDO

La marginación y la violencia de género en el tapete 

Estrenada por una brevísima temporada en diciembre pasado, regresó al Teatro Ricardo Blume de Aranwa Teatro la pieza Diario de un ser no querido, escrita por Celeste Viale y dirigida por Jorge Chiarella. Un espectáculo teatral que se estrenó en coordinación con el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, con el propósito de poner en evidencia la discriminación y la violencia contra los sectores vulnerables en nuestra sociedad. Son dos las temáticas elegidas para desarrollar el drama, ambas de una pertinencia total: el maltrato hacia las mujeres y la marginación de la que son víctimas los homosexuales. Dos grandes problemáticas que Viale y Chiarella han intentado unir en una sola obra, con desiguales resultados pero con algunos momentos vibrantes que vale la pena rescatar.

La obra inicia de una manera inmejorable, con un trapo de color rojo en medio del escenario, que más tarde descubriremos es la sangre derramada debido a la brutal agresión y posterior asesinato de una mujer por parte de su pareja. Posteriormente, la víctima comunica sus motivaciones y decisiones al público, en un sentido monólogo notablemente interpretado por Daniela Rodríguez (a quien vimos en Tú no entiendes nada y Carne de mujeres). Una vez consumado el crimen, la acción cambia de locación y además, de giro en forma radical: el asesino arrepentido (limpio trabajo de José Antonio Buendía) lleva el cuerpo al departamento de su vecino, un abogado retirado que se encuentra conversando con otro colega. Con el cadáver de la mujer en medio de la estancia (con un brillante juego escénico con el trapo rojo), sale a la luz el pasado de uno de los letrados: su abuelo fue homosexual y los traumas de su niñez lo han convertido en un ser desalmado e intolerante.

Toda esta segunda parte del drama, con el protagonismo del anciano con el arete en la oreja (un correcto Luis Trivelli), se siente forzada por momentos, como si estuviéramos asistiendo a otra función. Felizmente, ya en el final cuando las víctimas se encuentran, se consigue un emotivo cuadro que disculpa las irregularidades mencionadas. Viale y Chiarella sí consiguen escapar del predecible panfleto y consiguen una digna puesta en escena, perfectamente atinada en estos tiempos de machismo cavernario, de maltrato hacia aquellos seres no queridos e incomprendidos, de tanto descalabro moral y de malentendida valoración de los sentimientos más básicos del ser humano. Diario de un ser no querido es un montaje perfectamente válido y necesario para estos tiempos.

Sergio Velarde
9 de marzo de 2015

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