domingo, 21 de septiembre de 2014

Crítica: LA MULTA

Divertido ejercicio teatral. 

El joven dramaturgo y director Cristian Lévano (también sólido intérprete, como en Tus amigos nunca te harían daño) siempre se ha caracterizado por llevar a escena sus propias obras: luego de su debut con ¿Qué hiciste Diego Díaz? (2007), llegaron Dana (2008), la interesante Francisco (2010), la hilarante El misterioso asesinato de You Payaso (2011) y Un trébol mágico (2013), su debut en teatro infantil. En el presente año, Lévano y su Asociación Cultural Winaray decidieron llevar a escena un texto ajeno: la archiconocida La Multa de Sergio Arrau, obra de corta duración (obrita, para su autor) estrenada y re-estrenada innumerables veces, tanto dentro como fuera del país. Lévano se enfrenta entonces, a un doble desafío: no solo de adueñarse de una pieza del notable dramaturgo de origen chileno y corazón peruano, como lo es Arrau; sino también de encontrar una nueva manera de presentar escénicamente esta certera crítica a nuestra torcida sociedad.

La historia de La Multa es harto conocida: tres actores y una actriz se disponen a escenificar la vida de José, el humilde peluquero que por tener tantos hijos, decide contradecir el decreto municipal que impide que las peluquerías abran sus puertas los domingos, pues en aquellos días su clientela abunda. José recibe entonces una multa, que día a día irá creciendo de una manera desorbitante, sin que ninguna autoridad pueda ayudarle. A través del humor negro característico de Arrau, aparece la corrupción más descarada en los hilarantes personajes que desfilan por el escenario, entre alcaldes, secretarios, abogados y jueces. El triste final de José, canjeado por la deuda externa (!), redondea un irreverente texto que nunca perderá vigencia.

Se nota la creatividad en la puesta en escena de Lévano, cuya reverencia al autor es notoria. Los actores aparecen vestidos de negro desde el inicio, preparando los elementos para la función. Sin embargo, se percibe que se ha privilegiado, acaso no en demasía, las formas por encima del fondo, restándole algo de fuerza al mensaje primario. Pero por otro lado, los actores se mueven a sus anchas: Alexa Centurión (a quien vimos el año pasado por partido doble, en Escuela Vieja y Opción múltiple), Luis Baca (de Los Locos Addams), Fito Valles (cambiando de registro luego de protagonizar La Tercera Persona) y un preciso Eduardo Ramos (en los elencos de Laberinto de monstruos y A ver, un aplauso), como el peluquero José. Sin sentirse demasiado forzada, esta nueva reposición de La Multa de Arrau, dirigida por Lévano en el Teatro Mocha Graña, se convierte en un más que correcto ejercicio actoral, que bien vale la pena su visionado.

Sergio Velarde
21 de setiembre de 2014

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