domingo, 4 de mayo de 2014

Crítica: ECLIPSADAS

Pertinente reflexión sobre la represión femenina.

La irlandesa Patricia Burke Brogan no solo ha ganado varios premios por su producción dramática, sino que también tiene una estrecha relación con su obra más reconocida internacionalmente, llamada Eclipsadas, que se viene presentando actualmente en la Asociación de Artistas Aficionados (AAA), con la producción de La Fuente de Castalia y La Integración de las Artes Escénicas (LIAE), y con el auspicio del Teatro de la Universidad  Católica (TUC). La obra, que toca con mucha intensidad la terrible historia de las madres solteras encerradas en las lavanderías de la orden de las Magdalenas en la Irlanda de los años sesenta, ganó el Festival de Teatro de Edimburgo en 1992 y también fue finalista en el Premio del London Independent Theatre. Se trata de una pieza de gran calibre, que llega a buen puerto gracias al talento de sus actrices y a la mano, cada vez más firme, de su joven director Manuel Trujillo.

La cuerda con roponcitos blancos que cuelga de manera perenne en el foro del escenario, representa a los niños que les fueron arrebatados a estas madres, que fueron encerradas en aquella lavandería por los “pecados” cometidos. La llegada de una joven (María Fernanda Risco) al convento en busca de información sobre su verdadera madre, es el punto de partida para que se recree en escena los difíciles momentos que les tocó vivir a este grupo de mujeres. Cada una de ellas vive su particular infierno en completo aislamiento, algunas con enfermedades crónicas como Cathy (Marycarmen Sirvas) y Juliet (Mariajose Vega Bamonde) y otras, con serias adicciones como Nellie-Nora (Andrea Meza). El toque cómico lo aporta de manera acertada Paola Jara, en el personaje de Mandy, soñando con un imposible encuentro con Elvis Presley. Por su parte, la castrante autoridad católica dentro del hábito de la Madre Victoria (interpretada por Jimena Ballén) no se quiebra ni ante el triste final de una de las lavanderas.

La evolución de la historia y la tragedia que se anticipa, al volverse la situación de las mujeres progresivamente insostenible, son retratadas acertadamente por los personajes de Brigit (una muy inspirada Masha Chávarri) y el de la Hermana Virginia (sorprendente trabajo de Paola Vera), que observa día a día la injusticia a la que ellas son sometidas. Justamente, nos referíamos al inicio sobre la estrecha relación de la dramaturga con la obra, y es que Patricia Burke Brogan trabajó en uno de los conventos en aquella época, para finalmente renunciar a hacer sus votos. Es por ello que los sueños en escena que tiene Virginia (alter ego de la autora) reflejan con contundencia, la injusticia y la barbarie a las que fueron sometidas estas mujeres, por obra y gracia de aquellas instituciones religiosas que se niegan a evolucionar con el paso de los años. Eclipsadas funciona como un pertinente documento social, además de ser una contundente pieza dramática; y por supuesto, se convierte en un montaje que suma al excelente momento que vive nuestro teatro alternativo. De visión obligatoria.

Sergio Velarde
04 de mayo de 2014

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