miércoles, 26 de febrero de 2014

Crítica: CORDELIA DE PUEBLO EN PUEBLO / LA BANDA DEL MALANDRO

Doble función poniendo el dedo en la llaga

Dedicados exclusivamente a la participación en muestras y festivales, el grupo Pucayacu Aguaroja Teatro, integrado por egresados de la ENSAD, sorprendió a propios y extraños con su primera temporada doble, en la Sala Teatral Ricardo Roca Rey de la Asociación de Artistas Aficionados durante el mes de agosto. Las piezas elegidas fueron Cordelia de pueblo en pueblo, una adaptación del original del dramaturgo argentino Alberto Adellach; y La Banda del Malandro, una creación colectiva del mismo grupo. Ambas propuestas mantienen el tono de denuncia puro y duro, siempre escarbando en nuestras llagas sin cicatrizar, con el estilo tosco y directo que ha venido caracterizando al colectivo en sus anteriores montajes.

Presentada en la Muestra Regional Costa Centro 2010 en la ciudad de Ica, La más cara… fue una puesta en escena radical y experimental de los Pucayacu, con sus actores moviéndose ad libitum siguiendo una luz, a medio camino entre una performance improvisada y una búsqueda en vivo aún en proceso, sin una dramaturgia clara. Mucho más comprensible fue Bullying, estrenada en la Muestra Regional Costa Centro 2012, en la que se apreciaba un mayor grado de investigación y preparación, con una propuesta escénica violenta y creíble a la vez, que narraba las trágicas historias entrecruzadas de la víctima, su victimario y el indiferente, con música urbana en vivo y una atmósfera asfixiante y decadente.

Para su autodenominada I Temporada Roja 2013, Pucayacu se abstuvo de presentar tres montajes, debido a los problemas que tendría la sala por su dilatada duración. Los dos espectáculos presentados mantienen el estilo característico del colectivo: Cordelia de pueblo en pueblo habla del caos reinante en la sociedad, sirviéndose de la historia del quijotesco y veterano actor Lear, su hija Cordelia y el ingenuo Bufón, quienes deambulan por el espacio buscando un lugar para realizar su función. Encuentran estrafalarios personajes en el camino, como el excéntrico Profesor invidente y su asistente que responde al nombre de Bazofia, siempre rodeados por la miseria y la injusticia. Los personajes están bien delineados y la atmósfera decadente es salpicada por bienvenidos toques de humor, que mantienen la atención del espectador hasta el final.

La Banda del Malandro es una grotesca ópera-rock en toda su ley. El entierro de uno de los integrantes del grupo en cuestión, es la excusa escogida para perpetrar un espectáculo musical sui generis, compuesto por desenfadadas canciones en vivo con letras pesimistas, que nos hablan de los grandes males que afectan a la sociedad: el ansia de conseguir dinero, para ganar fama y así llegar al poder. Una escena en particular (la conversación entre un profesor y su alumno, en una pausa del concierto), revela el objetivo mismo de la puesta en escena: denunciar con mucho estilo, las grandes carencias que nos impiden progresar. El musical finaliza con la aparición de la mismísima muerte, que cobra su necesaria cuota de víctimas. A solo unos metros del Municipal y su Chico de Oz, Pucayacu Aguaroja Teatro culminó una contundente doble temporada, llena de imágenes chocantes e intensas, confirmando su compromiso en desnudar las lacras que nos aquejan como parte de una comunidad en vías de desarrollo.

Sergio Velarde
02 de setiembre de 2013
Crítica publicada originalmente en La Lupe #2 

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