domingo, 16 de septiembre de 2012

Crítica: LA RAZÓN BLINDADA

Escapando a través del teatro

El grupo ecuatoriano Malayerba, uno de los más representativos de Latinoamérica, fue fundado por el actor y dramaturgo argentino Arístides Vargas, quien se vio obligado a exiliarse debido a la dictadura militar. Es por ello que la mayoría de su producción dramática habla del exilio, la soledad y la nostalgia; pero también sus obras tienen un espacio para el humor, como lo pudimos apreciar hace poco en El deseo más canalla y ahora, en la segunda temporada de La razón blindada, ambas a cargo del grupo Panparamayo; esta última obra, dirigida por Marco Otoya y presentada en elgalpón.espacio. Basada en El Quijote de Cervantes, en la historia del hermano preso del autor y en el relato breve La verdadera historia de Sancho Panza de Franz Kafka, La razón blindada nos presenta a dos presos políticos, quienes se juntan todos los domingos al atardecer para contarse la historia de Don Quijote y Sancho Panza.

Vargas nos plantea que la imaginación es el escape para todas nuestras desgracias; el encierro y la continua vigilancia (representada de manera soberbia en video por esos infinitos ojos que lo observan todo) a la que son sometidos Panza (Sandro La Torre) y De la Mancha (Jorge Bardales), son el pretexto perfecto que recrear muy a su estilo, las aventuras del Caballero de la Triste Figura. Y es que aquí nadie le hace daño a nadie; al igual que Cervantes, quien estando preso escribió esta obra capital de la literatura universal, o como lo plantea Kafka, que Sancho Panza es el verdadero autor de las aventuras del hidalgo caballero, que lo utiliza para hacer volar sus fantasía y conseguir así la libertad, fuera de toda razón.

La dramaturgia de La razón blindada es extraordinaria: los pasajes del clásico son deconstruidos a través de geniales vueltas de tuerca, generando delirantes secuencias en la que se lucen los actores Bardales y La Torre, en quienes recae todo el peso del espectáculo. Quedarán para el recuerdo el testimonio de Panza al convertirse en el perro Toribio, maltratado por los humanos; cuando Panza es nombrado gobernador de un país africano e interroga a varios personajes, todos ellos interpretados por De la Mancha; y las divertidísimas pedidas de mano entre el caballero andante y su fiel escudero.

La dirección de Marco Otoya (quien afirma en el programa no sentirse formalmente un director) resulta magistral e intachable. El amplio espacio de elgalpón.espacio es aprovechado del todo, con los actores sentados en sillas móviles en constante movimiento, excepto cuando aparecen los ojos vigilantes. Los diálogos son recitados con total convicción y fluidez, buscando siempre la reflexión con una gran cuota de humor. La razón blindada de Arístides Vargas y presentada por el colectivo Panparamayo nos demuestra, en conclusión, que el Teatro (y su ejercicio) es y será siempre, un recurso natural para huir de nuestros problemas y salvar finalmente nuestras vidas, a través de nuestra imaginación. De visión obligatoria.

Sergio Velarde
16 de setiembre de 2012

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